Después de la conversación con Cuca, acudí a los textos de Aristóteles para entender mejor la innecesaria necesidad de la amistad. Esta edición de Preguntando a los clásicos es la síntesis de esa búsqueda personal que, para mi sorpresa, está relacionada incluso con la política. Empecemos por ahí.
El objetivo principal de la política debería ser la concordia, o dicho con otras palabras, crear lazos de amistad entre los miembros de la sociedad. ¿El motivo? Mientras que las leyes y contratos aseguran una justicia de mínimos legales, la amistad, aspirando a máximos morales, convierte la justicia en superflua. Entre amigos, el bien común es una elección diaria, no una imposición legal.
Los lazos de amistad pueden construirse sobre tres cimientos: el interés, el placer y la virtud. La amistad útil es la más común: eres mi amigo porque quiero algo de ti y tú quieres algo de mí. La amistad placentera predomina en la juventud: eres mi amigo porque compartimos gustos y nos lo pasamos bien juntos. La utilidad y el placer se basan en el tener. No son cimientos duraderos. Cuando dejéis de aportaros utilidad o vuestros gustos cambien, el vínculo desaparecerá.
La amistad virtuosa es la amistad real y verdadera, propia solo de los mejores: eres mi amigo porque eres tú y en ti veo la excelencia a la que aspiramos como seres humanos. La virtud se basa en el ser, que sobrevive al paso del tiempo porque se construye sobre los cimientos sólidos del carácter. En esta relación, el amigo es una extensión del yo que nos ayuda a conocernos mejor. Escribe Aristóteles en la Gran Moral:
