Cómo ser más sabio (V): convivir pacíficamente en una sociedad diversa
Quinta parte del libro Sapienciología, de Sergio Parra
No hay sabiduría sin concordia. No hay sabiduría sin convivir pacíficamente con los demás. El otro es diferente y eso enriquece todo, a la vez que lo complica. El otro es diferente porque ha recorrido otro camino, porque ha vivido otra vida.
Esta es la quinta parte de la serie Cómo ser más sabio que recoge las ideas del libro Sapienciología, de Sergio Parra. En esta entrega, encontrarás reflexiones para convivir pacíficamente en una sociedad diversa: preservar la diversidad aunque nos incomode el diferente, defender la libertad de expresión, la trampa del medio (en la que reconozco que caigo con frecuencia) y el segundo asalto contra la igualdad.
Estos son los 9 accionables de la sabiduría. Puedes hacer clic en las ediciones ya disponibles por si te las perdiste.
Convivir pacíficamente en una sociedad diversa
Cultivar los rasgos y comportamientos del buen carácter
Cumplir con los deberes políticos
Desafiar lo establecido mediante la burla
Conectar el todo, superando la suma de las partes
Preservar la diversidad aunque nos incomode el diferente
Aprendemos imitando estratégicamente a quienes nos rodean. Imitamos cuando la incertidumbre y el precio de aprender por nuestra cuenta son demasiado altos. Imitamos en base al estatus, utilizando la popularidad y la autoridad como símbolos de éxito y fiabilidad.
Nos agrupamos en tribus. El reto no es tanto pensar por ti mismo sino elegir a qué grupos pertenecer y en qué circunstancias hacerlo. La flexibilidad de pensamiento es necesaria para protegernos del dogma y de los peores vicios del tribalismo.
En esto de las diferencias se da una bonita paradoja: odiamos al diferente cuando es al que más necesitamos. Quien piensa distinto a Nosotros nos ayuda a construir un mundo mejor. El odio surge porque el diferente nos recuerda que no somos invencibles. El odio aparece porque Ellos ponen en jaque nuestras más profundas convicciones.
La diversidad se utiliza de cara a la galería. Diversidad no es cumplir con unas cuotas de género, raza y nuevos criterios que vayamos inventando. Diversidad es tener personas que piensen diferente, personas que lleven la contraria, especialmente a quien ostenta el poder de la organización. En el desacuerdo aparece la oportunidad para el aprendizaje. Aunque seamos diferentes necesitamos un lenguaje común que nos permita entendernos y un objetivo compartido que nos guíe en la misma dirección.
«Cada cosa que difiere de la nuestra nos ofrece la posibilidad de reflexionar, de afinar nuestros propios argumentos o, incluso, de corregir el rumbo. El otro, el adversario intelectual, no debería ser visto como una amenaza, sino como un aliado involuntario en la búsqueda de la verdad y el progreso».
Defender la libertad de expresión
«La solución a la desinformación no es un comité de la verdad, a lo Gran Hermano, sino más información. Si alguien grita falsamente "¡fuego!" en un teatro atestado de gente, necesitamos otras voces que griten: "No, no lo hay"».
La paradoja de Popper se emplea para justificar la censura de aquellos con los que no estamos de acuerdo. Se cataloga el discurso de Ellos como amenaza a la tolerancia, se etiqueta como discurso de odio y se condena. El problema es que, si hay odio, la censura no lo elimina, solo lo silencia y lo convierte en una herramienta de victimización. La libertad de expresión favorece la diversidad que importa: la diversidad de ideas.
La libertad no es gratis, tampoco la de expresión. El peligro y la incomodidad son el precio. Si los demás pueden decir lo que quieran —y eso incluye a quienes no están de acuerdo contigo—, los mensajes no siempre serán masajes para tus oídos. Todo el mundo podrá criticarte y tu reputación no estará a salvo, tendrás que defenderte con palabras y acciones.
«Una persona no puede poseer su reputación de la misma manera que no puede poseer los pensamientos ajenos, porque eso es precisamente lo que constituye la reputación: las opiniones de otros. (...) Haya sido dañada de manera justa o engañosa, con la verdad o con mentiras, no debería ser objeto de reclamación, pues nunca ha pertenecido al individuo en primer lugar».
La trampa del medio
La moderación se confunde con encontrar la equidistancia entre los extremos.
La posición del centro parte como la más razonable. El centrista cree ser neutral y piensa que no puede estar equivocado. El centrista es peligroso porque se cree superior; de los pocos elegidos que son inmunes a la ideología y a las pasiones, de los pocos capaces de ver con lucidez la verdad. Se olvida que no tener opinión, que en poco se diferencia con elegir siempre el centro, también es tener opinión.
«El centrismo puede parecer razonable, pero paradójicamente, su moderación lo deja más expuesto a la indiferencia o al escepticismo de una sociedad que busca claridad en medio de la incertidumbre».
Las piezas no encajan con facilidad. El conflicto no siempre se puede evitar. Lo importante en una idea son sus fundamentos, no si está más o menos lejos de uno de los extremos. El medio puede estar equivocado. Muchas veces hay que salir del centro, comprometerse con una posición y asumir el riesgo. Decantarse siempre por el medio es una estrategia que esquiva la responsabilidad moral e intelectual. El centrismo es para perezosos que no quieren pensar, para personas que siempre eligen la respuesta simple y equivocada: «entre los extremos».
El sabio intenta entender las diversas ideas para elegir lo correcto, esté o no en el centro.
«Solo se posicionan los ignorantes y fanáticos o los sabios. En el medio quedan los que saben un poco. Ahí reside el centro: no son ignorantes pero tampoco sabios».
2º asalto contra la igualdad
El primer asalto contra la igualdad me granjeó en Twitter el calificativo de supremacista. Vuelvo a la carga contra esta idea vacía que damos por hecho, porque las ideas con más apoyo son las que necesitan más y mejores críticas.
Los sistemas democráticos no parecen más igualitarios. Escribe Sergio: «El efecto de la democracia sobre la redistribución de recursos es extraordinariamente complejo, y la presunción habitual de una relación directa entre democracia y equidad redistributiva no es tan evidente como se suele suponer». Las élites políticas saquean las arcas públicas y viajan en Falcon mientras muchos no llegan a fin de mes. Las oportunidades de desarrollo que ofrece una democracia acentúan también la desigualdad de ingresos.
La igualdad no es deseable.
«Libertad por encima de igualdad. El derecho a decidir qué es lo importante en esa búsqueda. No la homogeneidad forzada, sino el reconocimiento de la diversidad de caminos. En este sentido, la verdadera búsqueda de la igualdad puede requerir una aceptación consciente de la desigualdad, una paradoja que revela que solo a través de la diferencia podemos aspirar a lo común».
La igualdad no es posible.
«El éxito es una compleja amalgama de ambiente, naturaleza y, sin duda, una generosa dosis de azar. Rechazar cualquiera de estos elementos sería tan anticientífico como ingenuo. El mérito personal también desempeña un papel fundamental en esta ecuación. Y, sin embargo, muchos planificadores sociales insisten en que la desigualdad puede ser controlada, una creencia que solo es sostenible si se ignoran los efectos colaterales de toda intervención estatal o social».
Eres libre de discrepar.
Sergio-.
Gracias