El miércoles 4 de junio a las 18:45, en Bastardo Hostel (Calle de San Mateo 3, Madrid), Javier Recuenco, Jaime Rodríguez De Santiago y yo grabaremos un episodio de kaizen en directo con el lanzamiento del libro Aprendizaje infinito.
Un encuentro para pensar juntos cómo aprendemos —y cómo podríamos aprender mejor— en un mundo que cambia cada vez más rápido.
Es gratuito pero hay plazas limitadas. Este es el primer anuncio de las entradas, que posiblemente se agoten. Puedes reservar la tuya desde aquí.
«— ¿Podrías decirme, por favor, qué camino debo tomar desde aquí.
— Eso depende en gran medida de adónde quieras llegar —dijo el Gato.
— No me preocupa mucho a dónde… —dijo Alicia.
En ese caso, poco importa el camino que tomes —dijo el Gato».
— Alicia en El país de las maravillas
La conversación de Alicia con el Gato de Cheshire refleja una tensión que todos hemos vivido: ¿elegir un destino o dejarse llevar?
Los objetivos son una idea que genera amor y odio a partes iguales. Hay quienes no pueden dar un paso sin saber adónde se dirigen y quienes al saber el destino pierden cualquier tipo de interés. He sido ambas personas: quien necesitaba una dirección clara para avanzar, y quien se paralizaba ante la mínima restricción autoimpuesta. He pasado fases en las que los objetivos me impulsaban y fases en las que me agobiaban.
Ortega nos enseñó que solo desde nuestra situación personal e intransferible podemos acceder a la verdad. Nuestras circunstancias, esas que no elegimos y de las que no podemos escapar, condicionan nuestras decisiones. Entender tu yo y tus circunstancias es el mejor criterio para decidir si te diriges a un destino o si exploras sin rumbo.
Si estás desmotivado y te sientes perdido, piensa adónde te gustaría llegar. Un objetivo es un excelente sirviente: dirige tu atención y tu esfuerzo, aumentando las posibilidades de que llegues a donde quieres llegar. Las iniciales SMART son un buen punto de partida: Específico (Specific), Medible, Alcanzable, Relevante y Temporal. Medible es la más engañosa: es difícil dar con una métrica útil y demasiado fácil confundirla con el objetivo. Relevante es la más olvidada y, quizás, la más importante: el objetivo tiene que importarte. El destino te tiene que motivar.
Si sientes que la dirección se ha convertido en una cárcel, explora sin rumbo. Un objetivo es un pésimo amo: mantiene presos tu atención y tu esfuerzo. El flâneur sirve como modelo. A diferencia del turista que sigue un itinerario fijo, este paseante vaga sin mapa, atento a las oportunidades que ofrece la ajetreada ciudad —como un posible encuentro con el gato—, sabedor de esa gran verdad que capturó Tolkien: «No todos los que vagan están perdidos».
No hay una sola forma correcta de recorrer el camino. No siempre es blanco ni negro: la vida es una amplia gama de colores. Contenemos multitudes: deseos cambiantes, prioridades que se contradicen y versiones de nosotros mismos opuestas. El reto es entender el contexto para determinar cuándo una idea, como los objetivos, nos sirve para vivir mejor.
¿Qué camino vas a tomar?
Sergio-.
Creador de esta newsletter y orgulloso autor del libro Aprendizaje infinito.
El arte de ser flexible como un junco!!!
Ya compré el libro y me gusta como lo planteas y los casos de éxito que expones para ir marcando el camino que te propones. Felicidades de este abuelo, por fin, de 72 años y que no sabe dejar de aprender.