«Si he visto más lejos, es poniéndome sobre los hombros de Gigantes».
— Isaac Newton (1675), atribuida antes Bernardo de Chartres (s.XXII), y antes a Prisciano (s.V), y posiblemente fruto de alguien anterior que desconocemos.
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El efecto Lindy
«Para lo perecedero, cada día adicional de vida se traduce en una esperanza de vida adicional más corta. Para lo imperecedero, cada día adicional puede suponer una esperanza de vida más larga». — Nassim Taleb en Antifrágil (edición de La Biblioteca Infinita)
El efecto Lindy sirve como criterio para elegir a qué información prestar nuestra limitada atención. Es un heurístico: un atajo que funciona la mayoría de veces y que ayuda a simplificar (y mejorar) la toma de decisiones. En aquello que es imperecedero, como las ideas, lo que lleva más tiempo vivo, más tiempo vivirá. Dentro de 20 años la Odisea seguirá siendo relevante y el telediario de ayer no. Otro motivo más para leer a los clásicos.
En las plataformas digitales, en las que cualquiera puede publicar, la información no siempre es fiable. Si lo que buscas es aprender, te recomiendo ir de vez en cuando a las fuentes y a los argumentos que sostienen las ideas. Si en Aprendizaje Infinito cito con frecuencia es porque, además de que no creo que pueda mejorar el fragmento seleccionado, busco construir sobre las ideas de personas mucho más inteligentes que yo, ideas que han superado la prueba del tiempo. Esta edición no será la excepción.
El término efecto Lindy se origina en el artículo Lindy’s Law que Albert Goldman escribió en 1964. Lindy's era un restaurante en el que los cómicos se reunían a debatir sobre el mundo del espectáculo. De estas conversaciones nació una ley, contraria al concepto actual:
«Si, patéticamente engañado por la arrogancia, emprende un programa regular semanal o incluso mensual, sus posibilidades de sobrevivir más allá de la primera temporada son escasas; pero si adopta la política de conservación de recursos favorecida por estos filósofos senescentes del “negocio”, y se limita a "especiales" y "tomas de invitados", puede durar hasta la edad de Ed Wynn1».
Benoît Maldebrot propuso que la idea del artículo de Goldman estaba equivocada porque parte de la premisa de que el número de bromas que puede idear un cómico es limitada. Salvo que mueran o se retiren, esperamos más apariciones de los cómicos que más apariciones acumulan.
La valla de Chesterton
El caso de Maldebrot ilustra que no se trata de seguir ciegamente el pasado sino de, antes de incluir cualquier cambio, entenderlo. Quien mejor ha capturado esta prudente actitud es Chesterton con su conocida valla.
«En lo tocante a la reforma de las cosas, y no a su deformación, lo cual es muy distinto, existe un principio muy sencillo y muy claro; un principio al que probablemente deberíamos calificar de paradójico. Supongamos en este caso que existe una cierta institución o una determinada ley; y digamos, para facilitar las cosas, que se trata de algo así como una valla o como una puerta que se cruza en nuestro camino. El reformador actual la cruza alegremente diciéndose que no ve su utilidad y que hay que limpiar el camino de obstáculos. Ante semejante actitud, un reformador más inteligente le replicaría: «Aunque no veas su utilidad no voy a permitir que la elimines. Trata de mirarla con cierta perspectiva y recapacita. Después, cuando lo hayas hecho y me puedas decir que sí ves su utilidad, quizás entonces te permita que la elimines».
Semejante paradoja se apoya en el sentido común más elemental. Esa puerta, o ese valladar, no ha crecido allí sin más. Tampoco fue colocado por una persona sonámbula que la construyera en pleno sueño; y resulta muy poco probable que la pusiera algún loco escapado de un manicomio. Quien lo hiciera, seguramente tendría una buena razón para colocar ese elemento en nuestro camino y es posible que tan sólo pretendiera ayudar. Por tanto, hasta que lleguemos a conocer de qué razón se trata no podemos establecer ningún juicio sobre la validez de su razonamiento; porque es sumamente probable que hayamos pasado por alto algunos aspectos de la cuestión, a menos que pensemos que algo establecido seriamente por un ser humano no es más que una cosa misteriosa o carente de sentido. Hay reformadores que se saltan a la torera semejante razonamiento afirmando que sus antepasados eran tontos. Ante semejante afirmación sólo se nos ocurre decir que parece que tal estupidez sea una enfermedad hereditaria. Pero lo cierto es que nadie trata de destruir una institución hasta que no comprueba plenamente que tal institución resulta obsoleta. Si sabe cómo surgió y qué propósitos pretende, tal vez nos pueda decir si semejantes propósitos están equivocados, o se han vuelto fallidos o se muestran inoperantes. Pero si simplemente se ha limitado a ver de pasada la cosa como una monstruosidad sin sentido que ha surgido en su camino de cualquier manera, entonces será él y no ese concepto tradicional el que está sufriendo una grave equivocación. Hasta podríamos llegar a decir que está padeciendo una pesadilla. Y tal razonamiento se puede aplicar a una infinidad de cosas, tanto a las más insignificantes como a las instituciones más serias y auténticas; a meras convenciones como a profundas convicciones».
— ¿Por qué soy católico? (1922)
Si crees que algo está mal, no lo quites del medio sin antes preguntarte su utilidad. Sé humilde y no te creas más listo que tus ancestros. Entiende las ideas que han sobrevivido al paso del tiempo y que conforman la tradición. Construir un futuro mejor empieza por comprender el pasado. Sólo así sabremos qué cambios merecen la pena.
Sergio-.
Ed Wynn fue un actor y comediante con una carrera de casi 65 años.
Muy bueno!!! Cosas que a veces pasan desapercibidas e incluso son vistas como innovadoras pese a no ser más que una miopía de la realidad. Muchas gracias Sergio!! Un abrazo
Necesito releer este post lentamente. Pero releyendo a los clásicos: Te recomiendo que en algún momento eches un vistazo a George Santayana, lo conocerás por “Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”, era antidemocrático (pobreza urbanizadora), materialista (gratitud a la belleza) y rechazaba el progreso (el conocimiento está siempre en los clásicos).