Cuando lo que sabes te impide aprender
La ignorancia de Sócrates, escudos de conocimiento y la regla de oro de Darwin
Querofonte preguntó al Oráculo de Delfos si existía persona más sabia que su amigo Sócrates. La pitonisa fue contundente: «— No». Al conocer esta respuesta, Sócrates buscó personas que contradijeran la afirmación del Oráculo. ¿Cómo iba él a ser él la persona más sabia? ¿Qué sentido oculto escondían las palabras de los dioses?
El filósofo comenzó su búsqueda por uno de los políticos más respetados de la ciudad de Atenas. Todo el mundo pensaba que era un gran sabio, el propio político pensaba que era un gran sabio; pero hablando con él, Sócrates pronto se dió cuenta de que no lo era. Tras la decepcionante conversación, el filósofo reflexiona en voz alta:
«Yo soy más sabio que este hombre. Puede muy bien suceder, que ni él ni yo sepamos nada de lo que es bello y de lo que es bueno; pero hay esta diferencia, que él cree saberlo aunque no sepa nada, y yo, no sabiendo nada, creo no saber. Me parece, pues, que en esto yo, aunque poco más, era más sabio, porque no creía saber lo que no sabía».
Después de este ilustre político, Sócrates siguió conversando con algunos de los hombres de Estado más importantes de Atenas. También ellos creían saber más de lo que realmente sabían. Definitivamente, la sabiduría no se encontraba en la clase política.
El filósofo prosiguió su búsqueda entre poetas y artistas, pero tampoco allí encontró la persona que andaba buscando. Sócrates aceptó la conclusión del Oráculo: él era el más sabio de Atenas, el único consciente de su propia ignorancia.
Escudos de conocimiento
Para navegar la complejidad del mundo real, cercenamos los detalles y matices. Este enfoque reduccionista, útil y necesario en muchas ocasiones, nos lleva a crear modelos erróneos. Si estos errores echan raíces en nuestro cerebro, creando conexiones con otras ideas, se convierten en escudos de conocimiento: barreras que nos impiden alcanzar mejores modelos.
El camino a la sabiduría no es una línea recta de acumular cada vez más ideas. La diferencia entre el aprendiz y el maestro no es sólo cuantitativa, también es cualitativa. No sólo hay que aprender nuevas ideas, sino que hay que desaprender las ideas equivocadas para dejar espacio a mejores modelos de la realidad.
¿Qué es lo que te mantiene en la ignorancia: los mil cisnes blancos que ya has visto o el cisne negro que te queda por ver? ¿Era Sócrates el hombre más sabio porque no sabía nada o porque era consciente de que su conocimiento estaba repleto de errores?
La regla de oro del científico de la selección natural
Charles Darwin logró desvelar el mecanismo de la evolución y anticiparse a muchas de sus consecuencias. En los recuerdos autobiográficos que escribió para sus hijos, comparte su regla de oro:
«Durante muchos años he seguido también una regla de oro, a saber, que siempre que me topaba con un dato publicado, una nueva observación o idea que fuera opuesta a mis resultados generales, la anotaba sin falta y en seguida, pues me había dado cuenta por experiencia de que tales datos e ideas eran más propensos a escapárseme rápidamente de la memoria que los favorables. Debido a esta costumbre se hicieron muy pocas objeciones contra mis puntos de vista que yo no hubiera al menos advertido e intentado responder».
En lugar de buscar dejarse llevar por nuestra tendencia a ver el mundo como queremos que sea y no como es, Darwin buscaba contradicciones. ¿En qué estoy equivocado? Buscando la excepción a la regla, construía una regla más exacta. Encontrando y destruyendo sus escudos de conocimiento, elaboraba modelos más precisos de la realidad. Aprendía adaptando y mejorando sus ideas a la nueva información disponible.
Max Planck escribió: «Una nueva verdad científica no triunfa porque convenza a sus oponentes y les haga ver la luz, sino porque sus oponentes acaban muriendo y crece una nueva generación que la conoce». La ciencia avanza de funeral en funeral. No esperes a que sea el tuyo (¡demasiado tarde!) para cambiar de opinión. Piensa que en tu cerebro luchan diferentes ideas. Tu responsabilidad es crear las condiciones para que gane la mejor. Busca el cisne negro que sacuda los cimientos de tu modelo del mundo. Incorpora el matiz que lo cambia todo. Sigue buscando, y cuando encuentres una idea mejor, organiza una lucha justa contra lo que sabes ahora. Celebra con frecuencia funerales de ideas. Aunque duela, es el camino para seguir aprendiendo.
Sergio-.
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Gracias por leer Aprendizaje Infinito.
Muy bien explicado, Sergio. Mi parecer, si es que le importa a alguien, es que la simplificación es necesaria para poder operar, el problema es que tomamos éstas como una verdad dogmática, y observo en las personas, y también en mí muchas veces, una profunda resistencia a cambiar de opinión, sobre casi cualquier cosa.
Deberíamos ser conscientes de que nuestro conocimiento sobre cualquier asunto debe ser considerado como posiblemente falso
El "sólo sé que no sé nada" de Sócrates, es la verdad más simple y profunda. Hay que volver a esa frase siempre, tiene más fuerza y es más reveladora que cualquier meditación. Gracias Sergio.