La paciencia es la capacidad del ser humano para superar contratiempos y dificultades. Del latín pati, en castellano sufrir. El paciente es aquel que sufre. El sufrimiento es la espera.
Saber sufrir —ser paciente— es cada vez más importante en tiempos de inmediatez. Elegir hacer cosas difíciles te mantiene preparado para cuando la realidad te lance el nuevo reto. Pero sin fliparse. Esperar demasiado —sufrir más de lo necesario— se convierte en vicio por exceso. «Eres demasiado joven» es un mal consejo. Nunca es demasiado pronto para intentarlo. Siempre hay algo que puedes hacer hoy para mejorar la posición de mañana.
Vuelve a mi mente Gracián: «La mayor fortuna se hace con horas de previsión. Para los prevenidos no hay malas contingencias, ni para los preparados hay aprietos.» La fortuna domina los acontecimientos. Nuestras acciones ¿influyen en la fortuna? No dejo que el debate me atrape y, para salir de dudas, hago cosas. Si existe la posibilidad de cambio quiero aprovecharla.
El fluir de la vida marca el ritmo. Los sucesos tienen su tiempo. ¿Qué hacer durante la espera? ¿Cómo navegar el sufrimiento? Metido en la tarea disfrutas del proceso. Por momentos olvidas que hay que esperar, por momentos olvidas que hay que sufrir. Me ocurre en el proceso de rentabilizar este proyecto. Toca esperar para alcanzar los ingresos de mi anterior trabajo. Mientras leo y escribo hago la espera más llevadera. Puede que los resultados no lleguen, que la oportunidad nunca se materialice.
Esperar de brazos cruzados a que suceda lo que quieres que suceda es un camino lento, tortuoso y directo hacia la decepción. La queja barata es de los pocos añadidos capaces de empeorar la situación. La previsión, la prevención y la preparación de las que habla Gracián, guían la espera. «Impaciente con las acciones, paciente con los resultados», escribe Naval. El tiempo es limitado y la inacción tiene un precio.
En el intercambio de cartas alrededor del tiempo con mi amiga Cuca, ella lanzaba una potente reflexión: «Parece que se valora el tiempo cuando no lo tienes, ¿no te parece?» No quiero que sea demasiado tarde para descubrir lo valioso de la vida. No quiero esperar a que me falte el tiempo para aprender a valorarlo.
«Una de las misteriosas leyes de la vida es que descubrimos siempre tarde sus auténticos y más esenciales valores: la juventud, cuando desaparece, la salud, tan pronto nos abandona, y la libertad, esa esencia preciosísima de nuestra alma, sólo cuando está a punto de sernos arrebatada o ya nos ha sido arrebatada.»
— Montaigne, de Stefan Zweig
Paciente pero no tonto. No esperes a ser mayor para intentarlo. No esperes a perder la salud para cuidarla. No esperes a perder la libertad para ejercerla. Minimiza el arrepentimiento. No quieres llegar a una edad avanzada esclavo de un trabajo que no te gusta y de un estado físico que te impide moverte. Cuida tu salud, tu trabajo y tu libertad. Disfruta la vida ahora y prepárate para disfrutarla mañana. No dejes pasar los segundos porque sí. Aprende a esperar, sin sufrir por sufrir.
Sergio -.
➜ Accede a los contenidos premium y filtra el ruido
Gracias por leer Aprendizaje Infinito.
El esfuerzo, ese valor hoy infravaloro o llevado hasta la extenuación. Siempre amiga de la vía media, con mesura y prestando atención.
Me recordaste el despertar que compartí la semana pasada en mi diario compartido: El sufrimiento en sí mismo es algo indeseable. Pero a veces nos abre las puertas a una plenitud desconocida. Una persona que ha sufrido, pero ha aceptado, superado e integrado su experiencia, es una persona más rica y más fuerte que quien no haya sufrido nunca.
Me gusta lo que has escrito, Sergio. A veces creemos que el proceso para llegar a conseguir algo debe ser maravilloso, pero no nos damos cuenta que sólo con el esfuerzo y a través del sufrimiento, la recompensa o el logro es mucho más valorado.
Gracias.
Un abrazo.