Cualquier persona que logra construir una riqueza considerable es sospechosa de haber hecho algo inmoral para conseguirla. Desde esta perspectiva, todos los ricos son personas malvadas. Los medios expanden el odio y los políticos utilizan a quienes más tienen como enemigo común para hacer campaña.
En la burbuja de los nuevos medios sobre desarrollo personal y emprendimiento, víctimas de la misma falta de pensamiento crítico de la que acusan a los medios tradicionales, se expande la idea contraria: todos los ricos son grandes personas que merecen un altavoz.
Para ser rico tienes que ganar dinero. La economía es un juego de suma positiva. Mediante el trabajo uno puede crear productos y ofrecer servicios que los demás valoren más que lo que le cuesta crearlos. Uno se puede enriquecer sin necesidad de que otro tenga que empobrecerse. Uno se puede enriquecer incluso mejorando la vida de quienes le rodean. Pero uno también se puede enriquecer empeorando la sociedad. El ejemplo más claro es el del ladrón.
La falacia del valor
«Vender es ayudar» y «los ricos son buenos» son derivadas de una mentira que repiten algunos gurús: «ganas dinero en función del valor que aportas». Las consecuencias de una premisa falsa no tienen por qué ser verdaderas. No ganas dinero en función del valor que aportas, ganas dinero en función del valor que capturas. Cierto es que muchas veces la mejor forma de capturar valor es generarlo, pero no siempre es así. El ladrón que roba millones gana más que el médico que salva vidas y nadie piensa que aporta más valor a la sociedad.
Hay gurús que se han hecho (y se siguen haciendo) ricos de formas cuestionables: promocionando marcas y productos de dudosa calidad, invitando a personas polémicas para conseguir visitas, jugando —y sobrepasando— los límites de la honradez en los títulos de sus contenidos o vendiendo infoproductos que prometen cambiarte la vida con técnicas que rozan el maltrato psicológico. Estos mismos gurús son los que suelen repetir la mentira —ganas dinero en función de lo que aportas— para inmunizarse frente a las críticas. ¿Cómo vas a criticar a alguien que vende y gana mucho dinero si está ayudando y aportando valor? Cuando los críticos insisten, los gurús llevan al límite su intelecto para sacar sus mejores argumentos. Si les criticas es porque tienes mentalidad de escasez o (esta barbaridad la he escuchado hace poco) tienes poca testosterona.
Ricos buenos, ricos malos
Aunque no me gusta la palabra «enemigo», el gráfico refleja la reflexión. Los ricos no son los malos. Hay ricos malos y ricos buenos, igual que hay pobres malos y pobres buenos1. Tenemos que apoyar y facilitar la actividad de todas aquellas personas que construyen su riqueza mejorando la sociedad. También tenemos que señalar y denunciar a aquellas personas que construyen su riqueza a costa de la sociedad. Los ricos no son malos ni buenos. Las acciones para generar dinero, y no la cantidad generada, son lo que determina si esa persona es buena o mala.
¿Despreciar la riqueza? Prefiero ser rico
La mayoría de religiones y algunas filosofías, como la cínica, desprecian las riquezas. Yo prefiero ser rico. Hay quién cae en el autoengaño: «no soy rico porque no quiero». Taleb lanza el reto: «si creemos que la búsqueda del dinero y de la riqueza no nos gusta, debemos saber si de verdad no nos gusta o si, en realidad, racionalizamos nuestra incapacidad de ser ricos con el argumento de que la riqueza no es buena».
Ser rico es mejor que ser pobre. El pobre tiene una sola preocupación: la supervivencia. El rico tiene posibilidades. El rico puede elegir a qué dedicar su escaso tiempo. Para el rico, el dinero deja de ser una preocupación.
Ser rico no es el fin. Ser rico es el medio para hacer lo que quieres. La trampa es olvidarlo y perseguir la riqueza sacrificando lo que importa.
Sergio-.
P.D.1: Parte de la reflexión nace de la lectura del ensayo Elogio de la riqueza.
P.D.2: Por si quieres ayudarme a ser rico.
En realidad nadie es bueno o malo; todos somos, en cierta medida, buenos y malos. La idea del texto se entiende mejor con la falsa dicotomía bueno-malo, por eso la he usado.
Parece evidente que el dinero no define la personalidad (bueno o mala, por reducirlo a lo mínimo) de cada cual, pero es cierto que la «leyenda negra» sobre el dinero provoca ciertos prejuicios muy arraigados que, como todos, tienen algo de verdad y mucho de mentira.
Escuché a un filósofo argumentar que la riqueza en estos días proviene no tanto del valor que aportas, sino del valor que generas en los demás y en lo que te rodea: un deportista de élite no solo gana millones por su rendimiento, sino por el beneficio que proporciona a patrocinadores, marcas, etc.; un influencer no gana dinero por su desempeño (sea este cual sea…), sino por los beneficios que proporciona a sus anunciantes, a sus sponsors, etc. De ser así, el concepto de «aporte» se ha visto modificado de forma sustancial en una economía que cada vez se sustenta más sobre supuestos inmateriales.
Me encantó. Ya sabes que dijo Balzac que "Detrás de cada gran fortuna hay un delito". No siempre es cierto, desde luego. Creo que nuestro comportamiento como especie es, básicamente y de forma innata, capturar el valor (mato al ciervo y me como su valor energético). Pero como también somos una especie cooperativa, descubrimos que generar valor (planto semillas, me espero, recojo una gran cosecha), puede ser todavía mejor.
A pesar de ello, pienso que nuestro instinto es capturar todo el valor que podamos, incluso el que hemos añadido. Nuestro instinto de primate es ir hacia el monopolio. Afortunadamente, también hemos inventado el mercado, que limita ese impulso y los beneficios fijando precios "justos".
Pero el mercado falla muy a menudo con sus innumerables asimetrías de información y barreras de entrada inatacables, que llevan a muchos a acaparar valor (esos son los malos ricos que tú mencionas). Son demasiados: es nuestra inclinación natural. Yo he trabajado en varios actores que se dedicaban a hacerlo sin ninguna piedad.
Después inventamos el Estados para limitar esos abusos... y lo hace más o menos bien, hasta que él mismo se pierde en una maraña de normas y controles. Y empieza a acaparar valor, o a restarlo. Hasta la herramienta que debería controlar nuestros instintos se convierte en una extractora no siempre eficaz.
Otra cosa es que los ricos compartan con la sociedad una parte de lo que generan. Así que termino con otra cita de Olof Palme: "el socialismo no es que no haya ricos; es que no haya pobres". Pero ese es otro tema.
De nuevo gracias