Me encuentro en un post del blog de Gregori Luri el arte de leer como las vacas. Luri cita a Nietzsche:
«... para practicar de este modo la lectura como arte se necesita ante todo una cosa que es precisamente hoy en día la más olvidada... una cosa para la cual se ha de ser casi vaca y, en todo caso, no hombre moderno: el rumiar...»
En otra entrada, Luri cita a Schopenhauer:
«No se llega a rumiar, y sabida cosa es que, sólo rumiando, se asimila uno lo que ha leído. Si se lee continuamente, sin pensar más en ello, las cosas así leídas no toman cuerpo y raíz en la mente, y se pierden en gran parte».
Repito la importancia de la repetición. A la cita de Schopenhauer llegas habiendo leído la de Nietzsche. La segunda cita te pilla mejor preparado, un poco más leído, con algunas nuevas piezas del infinito puzzle que compone el mundo. La repetición de la idea en diferentes contextos incrementa las posibilidades de aprenderla. Las variaciones entre repeticiones añaden ricos matices que te permiten conectar la idea con aquello que ya sabes.
Hay quienes piensan que leer es sólo pasar los ojos por las páginas. El número de libros es su métrica y la velocidad, su objetivo. Comen, por no decir que engullen, como si de topos de nariz estrellada se trataran. Prohibido detenerse en una frase. Después de la lectura, el libro queda igual que el de la tienda. Ni una triste página doblada, ni una sola anotación, ni un solo pensamiento. Si guardan el ticket pueden hasta devolverlo. Eso sí, no se olvidan de añadirlo a su lista de Goodreads para engrosar su egoteca. En el próximo podcast soltarán un comentario superficial para demostrar que lo han leído. Posiblemente caigo (y caeré) en este primer grupo más de lo que me gustaría creer. Lo que no quita que aspire a formar parte del segundo.
Quiero ser de los que lee para aprender, de los que juega con las ideas sin preocuparse por el reloj, de los que sabe que pasar sus ojos por las páginas es sólo el primer paso para nutrir la mente. Pensar, escribir y dialogar con el autor. Quiero leer como rumian las vacas, masticando bien las ideas, incorporando mis propios pensamientos en cada repetición. Detenerme en las frases. Honrar al libro transformándolo; que también él acabe la lectura siendo otro, con páginas dobladas, repleto de anotaciones, con nuevas ideas en sus márgenes.
Falsa dicotomía de manual. Todos tenemos parte de lector topo y parte de lector vaca. El blanco y el negro enmarcan la decisión, permitiéndote elegir el tono de gris en el que te sientes cómodo. Este post es una invitación a practicar el modo de lectura que propone Nietzsche, una invitación a pensar en cómo haces las cosas, una invitación a reflexionar sobre a qué estás jugando.
En el libro que estoy escribiendo habrá un capítulo dedicado al arte de volver a hacer, porque sin repetición no hay aprendizaje. Pero por hoy ya está bien de alimento, ahora toca rumiar como las vacas.
Sergio-.
Yo llevo unas semanas rumiando sobre la educación. ¿El culpable? Jean-Jacques Rousseau, un pensador perseguido y repleto de contradicciones; el Galileo de la educación.
Este domingo en la Membresía, sus ideas sobre aprender a vivir. También en formato audio.
Saborear Vs Engullir. Calidad frente a cantidad.
Es curioso como en el ámbito médico la rumiación se entiende negativamente, cuando tiene también otro modo de entenderse como bien traes tú y Luri.