La práctica deliberada es el camino más rápido hacia la excelencia.
Este término fue acuñado por Anders Ericsson en su libro Peak: Secrets from the New Science of Expertise. Para él, la práctica tiene un papel central y factores como la genética, el talento, las oportunidades o el entorno, pasan a un segundo plano.
Aunque no todo es práctica, y hay múltiples factores que influyen en los niveles que eres capaz de conseguir, practicar deliberadamente acelerará tu aprendizaje y te ayudará a alcanzar la maestría.
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Sal de tu zona de confort
«La práctica no lo hace perfecto. La práctica lo hace permanente.» — Kathy Sierra
Seguro que te suena el concepto de las 10.000 horas: esa cantidad de tiempo que necesitas para alcanzar los niveles más altos en una habilidad o campo del saber. El término fue introducido por Malcom Gladwell en su libro Outliers.
Siento decepcionarte. La repetición, por si sola, no hace al maestro. Volver a realizar una acción es una buena estrategia para crear un hábito, pero no es suficiente si lo que quieres es alcanzar la excelencia. La repetición en piloto automático de una acción acaba en el estancamiento.
Hacer no es lo mismo que practicar. La práctica es la repetición de una acción con el fin de mejorar tu desempeño en ella. Hacer de forma repetida es lo que hago yo con mis amigos los findes jugando al fútbol en la liga municipal. Por mucho que juegue todos los domingos, mi nivel futbolístico no ha mejorado en los últimos años.
Si quieres salir de este estancamiento, tienes que esforzarte conscientemente por salir de tu zona de confort. Sin irte al otro extremo. Si el reto al que te enfrentas es demasiado complicado, ni darás el primer paso. Este nivel de complicación que nos permite progresar a gran velocidad, sin paralizarnos, se conoce como dificultad deseable.
La práctica deliberada, además de sacarte de tu zona de confort, tiene una serie de características:
Sigue una estructura.
Incluye feedback.
Existen métodos de entrenamiento.
Vamos a profundizar en cada una de ellas.
Sigue una estructura
La práctica deliberada debe estructurarse para mejorar partes concretas de una habilidad. Si quieres llegar a la cima en un campo, necesitas ir con un plan en mente.
Piensa en eso que quieres mejorar y trata de descomponerlo en partes. Sigamos con el ejemplo del fútbol. Jugar al fútbol requiere de: chutar bien a puerta, regatear, saber ir al choque, estar bien posicionado, etc. Una vez tengas la habilidad descompuesta, ¿por dónde empiezas?
Aprendes conectando conocimiento por lo que tu plan debe seguir un orden lógico. Primeros los principios, luego los detalles. No planifiques correr si todavía no sabes andar. Cubiertos los principios, ¿por dónde sigues?
Una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. Para mejorar la habilidad en su conjunto, la práctica deliberada ataca los puntos débiles.
Ya tienes el qué. Para el cuándo, coge tu calendario y marca las sesiones de práctica que vas a realizar. Bloquea ese tiempo única y exclusivamente para trabajar en esa habilidad que quieres mejorar.
Incluye feedback
Dar y recibir feedback es todo un arte. Lo ideal es que siga criterios objetivos, tener una métrica que refleje el desempeño de la habilidad que estas practicando. Si superas el objetivo, a por el siguiente. Si no, toca mejorar.
La realidad es más compleja. Si solo nos fijamos en lo que podemos medir, estaríamos cayendo en la falacia de McNamara: la suposición errónea de que lo que no se puede medir no es importante. Trata de encontrar métricas que reflejen el desempeño de la actividad que estés practicando.
Si quieres que este feedback mejore todo lo posible tu desempeño debes buscar dos cosas:
Reducir el tiempo entre acción y feedback. Cuanto antes sepas como lo estás haciendo, antes podrás tomar cartas sobre el asunto. Minimiza la distancia entre la acción y el feedback.
Recibir feedback de calidad. Consigue personas que te critiquen bien.
Para el segundo punto, lo idóneo es encontrar un mentor o maestro. Te ahorrará las hostias que se ha pegado por el camino (o que ha visto a otros pegarse) y acelerará todavía más tu aprendizaje. El problema: no es nada fácil encontrar uno bueno que justamente pueda enseñarte la habilidad que quieres aprender.
Hacer cosas sin saber si lo estás haciendo bien puede ser desmotivador. Un «parche» para todos los que no tenemos maestro es la metacognición: la capacidad de pensar sobre tus propios pensamientos. Ser tu propio juez. Aquí lo fácil es caer en echar balones fuera cuando fallamos. Tienes que ser responsable tanto de tus fallos como de tus aciertos.
Volveremos al tema del feedback más pronto que tarde. Por hoy lo dejamos aquí y pasamos a la última característica de la práctica deliberada.
Existen métodos de entrenamiento
Para dividir la habilidad que quieres aprender, tienes que conocer cómo interactúan las partes entre si y cómo aislarlas al practicar. En el fútbol puede verse más claro pero, ¿y el liderazgo? ¿Qué partes lo componen? ¿Cómo interactúan entre sí? ¿Cómo practicarlas de forma aislada?
Sobre todo con habilidades blandas, tendrás que figurártelo más por tu cuenta. Si quieres beneficiarte al completo de la práctica deliberada, debes implementar un método probado. Motivo por el que no es aplicable en todas las disciplinas o habilidades.
Pensamientos en voz alta sobre la práctica deliberada
Que sea la forma más rápida y efectiva de lograr la maestría, no significa que pueda conseguirse en dos días. Alcanzar los niveles más altos de cualquier disciplina te llevará mucho tiempo. Las 10.000 horas de Gladwell son una buena orientación. De los éxitos de la noche a la mañana, ya sabes lo que pienso.
La práctica deliberada, aunque no es aplicable en todo al pie de la letra, nos deja ideas que aplicar a cualquier disciplina en la que quieras mejorar.
Sal de tu zona de confort. Entra en tu zona de aprendizaje. Sin llegar a la zona de parálisis.
Descompón la habilidad en partes, empieza por las bases y corrige tus debilidades. Todo planificado en tu calendario.
Busca métricas que reflejen tu desempeño y lo midan.
Mejora el feedback que recibes acortando el tiempo que tardas en recibirlo y buscando personas que te critiquen bien. Lo mejor es un maestro. La solución si estás solo, la metacognición.
Si hay un método de entrenamiento, síguelo. Si no lo hay, intenta crearlo.
Para cerrar, no te olvides del qué. Será lo que determine el cómo.
Si no quieres mejorar en algo, pero quieres que sea un hábito, hazlo de forma repetida.
Si quieres mejorar en algo para lo que no hay un método, practícalo sin método.
Si quieres mejorar en algo para lo que hay métodos de entrenamiento y estrategias, practícalo de forma deliberada.
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Sergio -.
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