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A7. Manifiesto de la atención soberana
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A7. Manifiesto de la atención soberana

Es el momento de recuperar la soberanía de nuestra atención.

Un fantasma recorre Internet: el fantasma de la atención soberana. Todas las fuerzas de esta nueva economía se han aliado en una santa cruzada para secuestrarlo: las grandes plataformas, los gurús de la bala de plata y los anunciantes. Nadie quiere que domines tu atención.

Nos ahogan con información pero escasea el conocimiento. La información son los datos sin filtrar: la página de la Wikipedia, la búsqueda en Google o la respuesta de ChatGPT. El conocimiento es información curada, conectada y contextualizada. Solo quien conoce puede percibir, desear y decidir con criterio. Esa capacidad, llamada sabiduría, parece hoy olvidada.

Triunfa el contenido superficial. El vídeo frenético repleto de efectos especiales y el texto dinámico con párrafos cortos, en su mayoría generados por inteligencia artificial. Se premia la controversia, no la verdad. Lo visceral, no lo valioso. Los pechos de Sydney Sweeney. Las locuras de Mr. Beast. Las gafas de Pedro.

Habitar este circo destruye tu capacidad atencional y empeora tu salud mental. La mayoría no habrá llegado hasta el cuarto párrafo porque se han acostumbrado a lo demasiado simple. El contenido fast-food invade nuestras mentes, provocando la ilusión de conocimiento. Ahí está el verdadero peligro del eterno aprendiz: no la ignorancia, como suele pensarse, sino la ignorancia de la ignorancia; la ilusión de entender el mundo cuando ni siquiera has comprendido la superficie. Bertrand Russell lo llamó el triunfo de la estupidez: los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas. Y así nos va.

No es una lucha justa. Las plataformas quieren capturar nuestra atención. Conocen muy bien los hilos de nuestra mente de primate y saben manejarlos a su antojo. Demasiadas personas, que saben y cobran mucho, trabajan en aumentar el tiempo que pasamos frente a la pantalla. Toda la tecnología apunta al objetivo: el scroll infinito, la reproducción automática, las notificaciones, el algoritmo de recomendación...

Expertos en persuasión nos prometen la bala de plata: una solución definitiva a todos nuestros problemas. Estos gurús venden libertad, respeto, confianza, felicidad, maestría, riqueza y sabiduría. Conseguirás cualquier cosa que desees rápido y sin esfuerzo con su método infalible. Como bonus te darían a su abuela, pero ya la regalaron en el anterior lanzamiento. Desconfía aunque la primera bocanada de humo sea gratis. Quieren despertar en ti una sensación de deuda para venderte en la siguiente fase de su embudo. La venta empieza con un molesto anuncio.

El expublicista arrepentido Frédéric Beigbeder lanzó la advertencia: «mientras no exista nada más, la publicidad ocupará todo el espacio que quede libre». El anuncio transforma la atención en ingresos para las plataformas. La supuesta información veraz de los periódicos se esconde entre banners y contenidos patrocinados. El futuro de las conexiones humanas en el que trabaja Meta es un feed generado por inteligencia artificial que pronto incluirá anuncios. La creación de una inteligencia artificial general segura es comprar directamente desde ChatGPT, y como ocurre ya en Amazon y Google, los primeros resultados los ocupará quien pague. La promesa de Cabify de transformar las ciudades pasa por convertir los coches en anuncios con ruedas y llenar con ruido publicitario cada pixel vacío de su aplicación. La publicidad ocupa todo el espacio que queda libre.


Aquí debería ir el patrocinador de este manifiesto, porque la publicidad también seduce a los pequeños creadores que antes compartían ideas de forma independiente.

Aquí iría el texto grandilocuente para venderte el producto, el servicio o el webinar gratuito en el que luego intentarán venderte.

Lo entiendo: sé muy bien lo difícil que es hacer rentable un negocio de ideas vendiendo de forma honesta. No lo defiendo: cuando recomiendas un producto por dinero, no porque piensas que es el mejor, pierdes credibilidad.


Podríamos quedarnos de brazos cruzados mientras nuestra atención (¡nuestra vida!) se esfuma entre contenidos superficiales, falsas promesas de gurú y ruido publicitario. Pero existe otro camino. Un camino difícil. Un camino arriesgado.

Si elegimos recorrerlo es porque sabemos que merece la pena. Sabemos que nadie puede aprender por nosotros, aunque nos vendan lo contrario. Sabemos que necesitamos tiempo, atención y esfuerzo para descubrir, conectar y aplicar las ideas a nuestra vida, aunque nos prometan soluciones rápidas y fáciles. Sabemos que las balas de plata, aunque seductoras, siempre incumplen lo que prometen. Porque no hay atajos para la sabiduría. Porque la sabiduría no está en venta.

Si gobiernas tu atención podrás cultivar tu propio criterio. Podrás liberarte de las cadenas de la superficialidad, de las plataformas, de los gurús y de la publicidad. Podrás elegir qué te importa y perseguirlo. Podrás crear tu propia educación. Podrás ser libre.

Te intentarán seducir con contenido superficial gratuito. Pero gratis es demasiado caro cuando pagas con tu atención. Te intentarán vender soluciones definitivas. Pero como sabía Thomas Sowell: «no hay soluciones, solo renuncias».

Todavía no es tarde. Sube el listón de la información que dejas entrar en tu mente; filtra el conocimiento. Escapa de las dinámicas de las grandes plataformas; habita entornos con incentivos alineados. Protege tu atención de la superficialidad, los anuncios y las falsas promesas de los gurús de la bala de plata.

Es el momento de dejar de ser producto y volver a ser dueño.

Es el momento de recuperar la soberanía de nuestra atención.

Sergio-.

¿Alguien que necesite escuchar o leer este manifiesto?

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