Esto respondió el filósofo Daniel Dennett cuando le preguntaron por la idea de Charles Darwin:
«La idea de Darwin de la selección natural es la mejor idea que jamás se haya tenido, por delante de Newton y Einstein. Lo que hace es prometer unir las dos características más dispares de toda la realidad. Por un lado, la materia y el movimiento sin propósito, partículas que se empujan entre sí; por otro lado, el significado, el propósito, el diseño.
Antes de Darwin, estos eran ámbitos completamente separados. Después de Darwin, podemos ver cómo encajan todos en un único gran panorama».
Durante la conversación con Pablo Malo me di cuenta de que no entendía la evolución ni su funcionamiento. Este texto es mi forma de dar sentido al mayor espectáculo de la Tierra.
El miércoles que viene, 24 de septiembre, a las 18:30, celebraremos un encuentro online para hablar de las ideas de Nassim Taleb. Consulta los recursos y regístrate aquí.
La evolución es la historia de la vida.
Este fascinante proceso explica la complejidad y la diversidad de la naturaleza. Todos los seres que habitan hoy nuestro planeta, desde el mosquito hasta el elefante, son fruto de 3500 millones de años de cambios a lo largo de generaciones.
Charles Darwin desveló su funcionamiento.
El origen de las especies
La población crece más rápido que los recursos. Existen más individuos de los que pueden sobrevivir y se produce una lucha por la existencia. Partiendo de este pensamiento malthusiano, Darwin propone en El origen de las especies la mejor idea que jamás se haya tenido.
«...¿podemos dudar —y recordemos que nacen muchos más individuos de los que es posible que sobrevivan— de que los individuos que tengan cualquier ventaja, por ligera que sea, sobre otros, tendrán más probabilidades de sobrevivir y de procrear su especie? Por el contrario, podemos estar seguros de que toda variación perjudicial, aun en el grado más ínfimo, sería rigurosamente destruida. A este conservación de las variaciones y diferencias individualmente favorables y la destrucción de las que son perjudiciales, la he llamado selección natural o supervivencia de los más aptos».
El más apto no es el más fuerte.
El más apto es quien mejor sobrevive y se reproduce.
Darwin llamó principio de herencia a la tendencia de los seres vivos a producir descendencia con características semejantes. Hoy conocemos la pieza que le faltaba. La selección natural ocurre en los genes.
El gen egoísta
El gen es la base de la evolución.
Cada gen es información que, en interacción con el ambiente, determina rasgos y comportamientos. Se transmiten de generación en generación. Pero al copiarse aparecen errores conocidos como mutaciones.
El gen egoísta es el estándar del neodarwinismo: la fusión de la selección natural con la genética moderna. El título del libro de Dawkins puede confundir. Egoísmo a nivel genes no implica egoísmo a todos los niveles. Una estrategia para superar a otros genes en la feroz competencia por la vida es asociarte con otros genes para crear una máquina de supervivencia más apta que la de tus rivales. Tú eres la prueba: más de veinte mil genes cooperan en tu cuerpo para pasar a la siguiente generación.
Pensábamos que los seres humanos somos el culmen de la vida, el objetivo cumplido de la naturaleza. Pero la evolución no tiene un plan. Los genes solo buscan replicarse y, al copiarse con errores, aparecen versiones diferentes. Las presiones del entorno (como la escasez de alimento, los depredadores o el clima), terminan con las copias peor adaptadas.
Todas las formas de vida que hoy pueblan la Tierra son fruto de este proceso sin dirección que opera desde hace miles de millones de años.
Un ejemplo para terminar de entenderlo.
El primer oso blanco
Hace cientos de miles de años, nació el primer oso blanco. Una mutación al azar cambió el color de su pelaje. En entornos helados, ese rasgo inesperado le permitió camuflarse mejor, cazar con más éxito y reproducirse más que el resto de osos de color marrón. Debido a estas ventajas, la mutación pasó a las siguientes generaciones, dando lugar con el tiempo a una nueva especie.
El oso polar no desciende del oso pardo actual, igual que tampoco el ser humano desciende del mono. El oso polar y el oso pardo comparten un ancestro común. Son primos. Igual que nosotros con los monos. Igual que nosotros con el resto de seres vivos. Porque si miramos atrás, y esta es una de las consecuencias más poderosas de la evolución, todas las formas de vida compartimos el mismo origen.

La mente evolucionada
Nos cuesta aceptar que somos fruto de la evolución, que nuestras mentes también han sido formadas por presiones evolutivas. Lo que tampoco implica que seamos solo un conjunto de genes. Porque para sobrevivir y reproducirnos, emergió la capacidad de aprender.
Podemos adquirir habilidades y conocimientos para adaptarnos al entorno e incluso transformarlo. Somos biología heredada y cultura creada. Genes y memes. La cultura y su funcionamiento los dejamos para una futura edición. La biología y su funcionamiento los explica la selección natural. Por eso es la mejor idea que jamás se ha tenido. Porque comprender la evolución es el primer paso para entendernos, a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.
Sergio-.
