Aprovecho este pequeño altavoz para mandar ánimo y fuerza a todos los afectados por la DANA. Si alguien está pensando cómo ayudar, en esta web están recogidas algunas iniciativas.
Antes de entrar con las ideas de esta semana, 2 noticias:
(1) La semana pasada volví a El Rincón de Aquiles, el proyecto con el que empecé este camino infinito de aprendizaje, para escribir sobre la atención, sus traficantes y alguna idea para protegerte. Pasé más de 3 años y grabé más de 130 episodios con David y me hace especial ilusión volver a compartir ideas en este proyecto, que sigue aportando ideas interesantes con David y Javier Aguayo a los mandos.
(2) El jueves pasado lanzamos, Jaime Rodríguez de Santiago y yo, la newsletter de kaizen. Para quien no conozca kaizen, es un podcast hecho por y para curiosos compulsivos. La newsletter de kaizen se enviará todos los jueves y no afectará a la frecuencia de Aprendizaje Infinito. Ya puedes leer las dos primeras ediciones.
Y ahora sí: el síndrome de Campbell.
George Martin diferenció entre dos tipos de escritores: los arquitectos y los jardineros. Los arquitectos planean todo de antemano; antes de escribir la primera línea ya saben el final del libro. Los jardineros echan una semilla y la riegan; desconocen hacia dónde les llevará la historia. Cada escritor encuentra su sitio entre los dos extremos.
El (des)conocimiento del autor sobre el desarrollo de la historia antes de escribirla no afecta a la calidad del texto. Hay buenos libros de escritores como Stephen King (It) que si conocen el final de su historia antes de escribirla, la arruinan; y hay buenos libros de escritores como Orson Scott Card (El juego de Ender) que necesitan saber con detalle qué va a pasar durante la historia para seguir escribiendo. Muy distinto es el (des)conocimiento del lector sobre el desarrollo de la historia. Si el lector sabe qué va a pasar, la historia deja de sorprender y se vuelve aburrida. Ocurre cuando los escritores siguen demasiado al pie de la letra patrones y estructuras.
El viaje del héroe
Joseph Campbell detectó un patrón en los mitos y relatos épicos al que llamó el viaje del héroe. Hércules, Ulises, Eneas, Jesús o Buda son algunas de las mil caras del héroe que recorre este viaje. Una llamada a lo desconocido empuja al protagonista a un reto en el que se descubre y se desarrolla a sí mismo. Allí vence a sus miedos y se transforma. El viaje se puede dividir en 17 fases.
Los lectores buscan vida fuera de la archiconocida estructura. Queremos desconocer a dónde nos lleva el texto, explorar nuevas alternativas, sorprendernos con la historia.
El síndrome de Campbell
«Muchos de mis conocidos, antaño ávidos lectores de fantasía, han dejado de leer el género a causa de la redundancia. Lo que antes inspiraba asombro ahora parece viejo y manido». — Brandon Sanderson
La idea nace en una conversación telefónica entre el escritor de fantasía Brandon Sanderson y el editor Moshe Feder. Sorprendido por la originalidad de Elantris, la primera novela de Sanderson, Feder dijo: «No hay viaje, (...) no es como otros libros de fantasía».
El síndrome de Campbell es el uso abusivo del viaje del héroe. Para Sanderson, es el mayor reto al que se enfrenta la fantasía contemporánea. Yo añadiría que es un reto al que se enfrenta cualquier disciplina en la que se cuenten historias. Seguir el patrón al pie de la letra arranca el alma del texto. Ocurre con los libros en los que se sabe desde la primera línea que el héroe derrotará al malo. Ocurre con las aburridas comunicaciones empresariales que siguen el manual de RSC. Ocurre con los post en redes sociales con una primera frase extrema y descontextualizada para captar tu atención. Y ocurre con las newsletters y los copys que imitan burdamente al ídolo del momento.
El peligro de cualquier patrón es que devora a sus hijos. Quien sigue la estructura ciegamente contribuye al estancamiento del arte. Si creas, atrévete a romper con las fórmulas.
Sergio-.
P.D: el concepto del síndrome de Campbell aparece en este post del blog de Sanderson en el hace una crítica de su primera novela. Para evitar spoilers, directo a la parte cuatro.
«Muchos escritores contemporáneos —algunos de ellos muy buenos— se han limitado al supuesto estándar de la fantasía. Escriben historias sobre jóvenes héroes que son llamados a una búsqueda misteriosa, buscan el poder y alcanzan la mayoría de edad mientras superan tribulaciones. Siguen paso a paso el síndrome de Campbell, asegurándose de no omitir nada.
El movimiento ha cobrado tal impulso (en parte debido a Tolkien, cuya obra muestra el Mito del Héroe pero no lo sigue) que se ha convertido en sinónimo de fantasía. Y, por ello, el género se ve amenazado de estancamiento».
Creo que el abuso del concepto de Campbell se debe a una interpretación muy literal. Muchos escritores (es habitual en fantasía, pero también se deja ver en otros géneros) suelen dar forma a sus tramas basándose en el recorrido propuesto por el antropólogo de una manera lineal.
Sin embargo, Campbell aludía a una forma de autodescubrimiento que tenía más que ver con la percepción interna del héroe, no tanto con sus logros; en ese detalle se cuentan los errores que se cometen y que hace que tantas historias se parezcan. Incluso Sanderson lo hace en su trilogía «Nacidos de la bruma», aunque lo maquille con una protagonista femenina y algunos prestigios.
El viaje del héroe es un concepto idóneo para muchas historias, pero su aplicación va mucho más allá de crear un arco de personaje basado en acciones.
Enhorabuena Sergio. Soy un gran admirador de Campbell, especialmente del Héroe de las mil caras.