Hay más información ahí fuera de la que podrías procesar en varias vidas. Necesitamos eliminar ruido. Las señales, información fiable gracias a su coste de emisión, aparecen como solución.
Hola, soy Sergio San Juan, un aprendiz de por vida.
Bienvenido a mi espacio personal, donde cada viernes seguimos jugando al Aprendizaje Infinito.
Pertenecemos a un grupo. Esto choca frontalmente con nuestro deseo de sentirnos especiales. Infraestimamos la influencia que tiene la tribu en nuestro pensamiento. Las acciones que llevas a cabo en presencia de otros, tienen más motivos que su intención más obvia. Todo lo que eliges hacer (y lo que eliges no hacer) se convierte en una señal para los de tu alrededor. Las señales que emites te permiten probar a los demás quien eres o quien quieres demostrar ser. Una parte de tu vida, más de la que te gustaría reconocer, la vives para otros.
La señal reduce la diferencia de información entre el emisor y el receptor. Si regalaran el título universitario con las pipas, las empresas no le darían valor. La confianza en la señal reside en el precio que paga el emisor, no en sus buenas intenciones. Las palabras, sin una reputación que las respalde, no valen nada. La confianza tiene un precio. Si quieres ganártela, tendrás que pagarlo.
Si todo el mundo manda la misma señal, esta pierde parte de su utilidad. Valoramos lo escaso. Todo el mundo manda el mismo mensaje, necesitamos un nuevo filtro, una nueva señal. La carrera no basta, ahora también necesitas un máster. Nadie se para a pensar si merece la pena. La carrera por la señalización no deja tiempo para ello.
Señalización everywhere
Desde el reino animal hasta el marketing, las señales están en todos sitios.
El pavo real, a pesar de aumentar su riesgo de supervivencia, luce su colorida cola. Señal costosa (amenaza de supervivencia) que aumenta su atractivo hacia las hembras. Los genes del pavo, egoístas, quieren perdurar, aunque ello implique arriesgar su propia vida.
No regalamos dinero en efectivo a nuestras parejas, señalizaría falta de atención. Elegir el regalo manda una señal contraria. “Elegir un buen regalo es una señal de amor”. El anillo de bodas sigue una dinámica parecida. ¿La señal? El tamaño del diamante que puedas permitirte. El anillo le dice a tu pareja que la quieres y ella, con su dedo anular, manda la señal al mundo de lo bien que os va.
En el mercado laboral también abundan las señales. Como empresa, ni cuentas con recursos, ni quieres entrevistar a cualquiera. Necesitas un filtro, una señal. 4 años en la universidad (prestigiosa, a poder ser) reducen los potenciales candidatos. Tus anteriores trabajos y tus perfiles en redes complementan, comunicando al mercado tus habilidades.
No solo para entrar, también para mantenerte en el mundo laboral debes jugar a la señalización. Tan importante es trabajar como demostrar que trabajas. Saber hacer y hacer saber. Tu cliente, aunque no sea necesario, quiere una presentación de 57 diapositivas. Te tachará de vago si le mandas la solución en una línea, aunque sea lo que necesita. Lo simple, aparentemente alcanzable por cualquiera, no vende; lo complejo, sí. Señaliza esfuerzo.
Quemar los barcos manda una señal inconfundible a tus guerreros. Ganar o morir, no queda otra. Los ucranianos defienden con uñas y dientes porque si pierden, no tienen a donde volver. Sus barcos llevan tiempo ardiendo. Nada que perder, señal inequívoca del enemigo que no te gustaría tener.
Los anuncios también están repletos de señales. Las empresas venden apelando a nuestro yo animal. No venden un producto, venden un espejo en el que reflejarte. Los creativos, Apple. La gente cool, Supreme. Los deportistas, Nike. Tú quieres mostrarte a la tribu y las empresas se encargan de que puedas gastar todo tu dinero en ello. Las marcas señalizan en quien te convertirás si compras. Tú te lo crees y compras la manzana.
Señales sospechosas
Las señales están en todas partes y todos señalizamos. ¿Lo bueno? Eres consciente: un jugador más en el juego de la señalización. ¿Mi enfoque para jugarlo? Intentar emitir, de forma honesta, aquellas señales que su coste (me) merezca la pena.
¿Tenía Michael Jordan que decírselo a sus amigos cada vez que anotaba treinta puntos en un partido? - Tyler Cowen
El refranero popular, una vez más, tiene algo que decir. Dime de que presumes y te diré de lo que careces. Si estás disfrutando tanto de tu viaje, no deberías estar perdiendo el tiempo en Instagram para contarlo. Tanto contarlo, te olvidarás de disfrutarlo.
Las redes están repletas de señales deshonestas y sin coste. Malas señales por definición. La bandera de Ucrania en la bio, el anuncio grabado con el Ferrari alquilado y una foto de un libro sin abrir. Twitter parece el Ágora de Atenas y en Instagram, todos sonríen. La realidad es muy diferente. Cuestiona lo que ves, sobre todo si no tiene un coste. Las señales te engañan.
Sergio -.
P.d: Estas 3 piezas han influenciado esta edición y, si te interesa, pueden servirte para profundizar en la señalización:
The Logic Behind Status Signalling de Rob Henderson
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Cada viernes, un nuevo turno en el juego del Aprendizaje Infinito.