Motívate para aprender - Cómo aprender mejor (II)
Estrategias para incrementar la motivación
“No existe la educación obligatoria. Podemos establecer la obligatoriedad de asistir a clase, pero la educación solamente surge del deseo de participar de las actividades de la escuela.” - John Dewey
En la edición de hoy seguiré explorando el fascinante mundo de cómo aprendemos de la mano, nuevamente, de Héctor Ruiz y su libro ¿Cómo aprendemos?
En la edición pasada de esta serie hablamos sobre la memoria y su funcionamiento. Hoy toca hablar de la motivación, su papel en el aprendizaje y estrategias para incrementarla, ayudándonos así a aprender más y mejor.
Hola, soy Sergio San Juan, un aprendiz de por vida.
Bienvenido a mi espacio personal, donde cada viernes seguimos jugando al Aprendizaje Infinito.
La motivación es un estado emocional que nos conduce a la acción. Con motivación, le dedicamos más tiempo, esfuerzo y atención a las cosas. Es más probable alcanzar lo que te propones si estás motivado.
Cuidado, esto no significa que si quieres puedes. Significa que cuando estás motivado hacia un objetivo, es más probable que lo logres al dedicarle más tiempo, esfuerzo y atención. La motivación, por tanto, es un medio para lograr tus objetivos.
Hay dos factores que influyen en la motivación: el valor subjetivo y las expectativas.
El valor subjetivo se refiere a qué importancia tiene para ti lo que vas a aprender.
Las expectativas, a si te crees capaz de aprenderlo.
Vamos a profundizar en cada factor.
El valor subjetivo
Lo importante que sea un contenido para ti, determinará tu motivación para aprenderlo. Podemos otorgar valor a un potencial aprendizaje por 3 motivos:
Valor intrínseco. El interés genuino por aprender. Pasarías horas y horas leyendo y hablando del tema. El propio hecho de aprender es lo que te mueve. La utilidad, pasa a un segundo plano.
Existe la creencia popular de que este tipo de interés genuino solo depende de nosotros mismos. No es cierto. El interés también depende de las circunstancias. Un profesor o un amigo que cuenten con pasión un tema aparentemente soporífero, pueden convertirlo en tu próxima obsesión.Valor extrínseco: Aprender para conseguir trabajo, para evitar que te la cuele el político de turno o para impresionar a tu crush. Aprender como medio para conseguir o evitar algo. Romantizamos el aprendizaje y vemos este tipo de interés con desprecio.
Buscar la utilidad en el aprendizaje puede llevarte a lugares desconocidos del conocimiento, lugares por los que era imposible que tuvieses un interés genuino. “Aprender para” es un buen primer incentivo para aprender sobre lo que desconoces.Valor de consecución: Nos gusta superar retos. Le damos mayor valor a aprender lo difícil porque “tiene más mérito”. Como casi siempre, en el equilibrio está la virtud. Si te pasas de la raya y fracasas de forma constante, acabarás frustrándote. Este tercer componente del valor tiene mucho que ver con las expectativas, el siguiente apartado que me gustaría tratar.
Las expectativas
“Las personas solo nos sentimos motivadas por perseguir aquellas metas que creemos que podemos alcanzar, con el esfuerzo que estamos dispuestos a hacer para alcanzarlas.” - Héctor Ruiz
Al hacer frente a cualquier tarea, emitimos juicios de si podemos lograrla o no. Pensar en fracasar nos produce emociones desagradables. Pensar en triunfar, emociones positivas.
Podemos diferenciar dos tipos de expectativas a la hora de aprender:
Expectativas de resultado: ¿Puedo conseguir el objetivo? La confianza en lograr ciertos objetivos mediante las acciones y estrategias que utilizas para aprender.
Expectativas de eficacia: ¿Soy capaz de aprenderlo? La confianza que tienes en tus capacidades para aprender.
Las expectativas están muy relacionadas con el concepto de autoeficacia: la creencia que tenemos sobre nuestra capacidad para aprender. Si crees que no puedes, no le dedicarás el tiempo y el esfuerzo necesario para aprenderlo. El fracaso duele menos porque “no lo has intentado de verdad”.
Antes de pasar con las estrategias, quiero mencionar la relación de la autoeficacia con el éxito. Héctor lo explica a las mil maravillas: “La autoeficacia es importante para lograr el éxito, pero el éxito es aún más importante para mantener una autoeficacia elevada.”
Cómo incrementar la motivación
Ahora que sabes que la motivación es un medio para lograr tus objetivos de aprendizaje, toca ponerlo en práctica. Héctor, en su libro, da una serie de estrategias para promover la motivación en el aula. Yo intentaré extrapolarlo a cualquier circunstancia.
Estas estrategias buscan incrementar nuestra motivación aumentando el valor subjetivo, incrementando el interés por el objeto de aprendizaje; y mejorando nuestras expectativas, tanto de la dificultad de la tarea como de nuestra propia capacidad.
I. Ni muy fácil, ni muy difícil.
El valor de consecución aumenta con la dificultad. El reto tiene que merecer la pena. Tampoco te pases y fracases siempre, o tu autoeficacia se verá dañada. Encuentra esa dificultad que te suponga un reto pero que no dañe tus expectativas sobre lo que eres capaz de aprender.
II. Conéctalo con tus intereses.
El mundo está interconectado. Las categorías son límites arbitrarios que nos hemos inventado para lidiar con la complejidad del mundo. ¿Qué relación tiene ese concepto que quieres aprender con los temas con los que te pasarías horas y horas leyendo? Al conectar un nuevo aprendizaje con los temas que ya te interesan, aumenta su valor extrínseco y con ello tu motivación por aprenderlo.
III. Busca profesores con pasión por lo que enseñan.
Un buen profesor puede hacer de cualquier disciplina una obra de arte. Uno malo, una tortura. Busca profesores que enseñen con pasión. Internet abre un abanico increíble. Puedes aprender sobre el comportamiento humano con Sapolsky, sobre los sesgos cognitivos con Kahneman o sobre el fascinante mundo de la empresa con Thiel.
IV. Rodéate de gente curiosa.
Tu entorno condiciona tus resultados. Aunque sea una frase orientativa: eres la media de las cinco personas que te rodeas. La curiosidad y la pasión por aprender son contagiosas. Si quieres aprender, rodéate de personas que aprenden.
V. Establece pequeñas victorias en tu plan de aprendizaje.
El éxito es la mejor forma de mantener una autoeficacia alta, además de reforzar la motivación. Descompón aquello que quieres aprender y ordénalo bajo el principio de que aprendemos conectando. Divide el aprendizaje y vencerás.
VI. Dale utilidad a lo que aprendes.
Pon el conocimiento en práctica. Recoge parte de los frutos que el saber te ofrece. ¿Estás aprendiendo programación? Empieza una pequeña web donde poner en práctica los comandos que vas aprendiendo. Crea proyectos donde apliques lo aprendido. Una variante de esto que personalmente aplico, es contar lo que vas aprendiendo. Esta newsletter y mi cuenta de Twitter son prueba de ello.
VII. Entiende.
Entender un poco mejor el mundo que me rodea y a mí mismo son dos de mis motores para aprender. El propio placer de entender activa el sistema de recompensa del cerebro y con ello, la motivación. Dale de comer a tu cerebro. Trata de entender lo que te rodea.
Una pequeña recapitulación antes de cerrar.
La motivación es un estado emocional que nos conduce a la acción. Con motivación, le dedicamos más tiempo, esfuerzo y atención a las cosas. La motivación está formada por las expectativas y el valor subjetivo.
Aumentando las expectativas y el valor subjetivo, aumentamos nuestra motivación. Aquí tienes 7 estrategias para ello:
Ni muy fácil, ni muy difícil.
Conéctalo con tus intereses.
Busca profesores con pasión por lo que enseñan.
Rodéate de gente curiosa.
Establece pequeñas victorias en tu plan de aprendizaje.
Dale utilidad a lo que aprendes.
Entiende.
Más pronto que tarde volveré con esta serie sobre ¿Cómo aprender mejor?
Hasta entonces, a seguir aprendiendo.
Sergio -.
P.d: Si te interesa el mundo del aprendizaje y no puedes esperar a la siguiente edición de esta serie, en El Rincón de Aquiles hemos preparado una guía sobre Aprender a aprender.
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Cada viernes, un nuevo turno en el juego del Aprendizaje Infinito.