La situación pone a prueba el carácter. El reto es la oportunidad para salir fortalecido. A primera vista parece insuperable. Te acercas, lo analizas detenidamente y pierde su poder intimidatorio. Séneca recoge la idea: "A menudo sufrimos más en nuestra imaginación que en la realidad".
Escuchas el canto de las sirenas: “pero todo el mundo lo hace”. Eres animal social y te importa cómo otras personas actúan o piensan. Hasta tus deseos pertenecen al grupo. Imitas sin pensar. Te sientes cómodo siendo parte de una mayoría. Prefieres estar equivocado y bien acompañado que acertar en soledad. La presión te empuja al silencio.
Todo el mundo dice que quiere cambiar las cosas pero pocos están dispuestos a hacer lo necesario. ¿Decides no actuar por miedo a equivocarte? Olvidas que la inacción es también una decisión. Eres responsable de que continue la función. Tienes la oportunidad de elegir si quieres seguir actuando. El cambio se resiste porque nadie está dispuesto a proponer alternativas. ¿Merece la pena ser el que da el paso? Si el problema está en el sistema y la persona a cargo no parece querer cambiar las cosas, ¿merece la pena asumir el riesgo?
Las malas noticias no quieren ser escuchadas. Cuando te equivocas, asumir la responsabilidad es duro. El mensajero suele ser el chivo expiatorio; solo traslada un mensaje pero el oyente le hace pagar las consecuencias. Los incentivos para decir las malas noticias son apenas inexistentes en un entorno donde la confianza es una mera ilusión. Todavía hay algunos locos que creen que la honestidad es el camino. Todavía hay algunos locos que no pierden la esperanza y creen que todo puede cambiar. Yo me pregunto: ¿es está mi batalla? ¿Merece la pena asumir el riesgo? ¿Merece la pena volver a ser un loco?
Miro atrás para reflexionar sobre mis errores pasados; no quiero repetirlos. He tratado siempre de ser honesto. Buscar el confrontamiento no fue la mejor de las ideas. Quizás tenía razón pero las formas no fueron adecuadas. No quiero volver a ser el idiota sincericida que, con la “verdad” por bandera, acaba siendo cruel. El camino al infierno está pavimentado de las mejores intenciones y yo no soy la excepción. Tengo que superar el impulso animal que me pide vomitar todo lo negativo, quedarme a gusto y pirarme. Tengo que ser compasivo, lo más probable es que en su situación yo estaría haciendo lo mismo.
Es increíble cómo los griegos reflejan de forma tan precisa la condición humana. Antígona narra cómo un abuso de poder puede acabar con tus seres más queridos. Encuentro en la tragedia de Sófocles algunas ideas que me ayudan en el proceso de decisión.
“Pero es imposible conocer el alma, los sentimientos y las intenciones de un hombre hasta que se muestre experimentado en cargos y leyes. Y el que al gobernar una ciudad entera no obre de acuerdo con las mejores decisiones, sino que mantiene la boca cerrada por el miedo, ése me parece - y desde siempre me ha parecido - que es el peor”. - Creonte
(1) Las circunstancias revelan el carácter. El poder corrompe y ,sin límites, la libertad emborracha. El edificio se viene abajo sin contrapesos. Me gustaría pensar - ¿y quién no? - que estoy libre de semejantes limitaciones. Hasta que no lleguen las circunstancias no podré afirmarlo. Las acciones enmudecerán las palabras. El miedo tratará de frenarte; tienes que superarlo.
“Estos también lo ven, pero cierran la boca ante ti”. - Antígona
(2) No esperes que nadie dé el primer paso. Si quieres intentar el cambio, debes ser tú el que lleve la iniciativa.
“No sufriré nada tan grave que no me permita morir con honor”. - Antígona
(3) ¿Qué es lo peor que podría pasar? Prepárate para cuando llegue. Actúa con honor. Compórtate siguiendo tus valores. Eso, nadie podrá arrebatártelo.
¿Te ha gustado la edición de esta semana? Dale al corazón, escribe un comentario o comparte este post con un amigo.
Muchas gracias Sergio por hacernos más conscientes y atentos de nuestros miedos y limitaciones
Cada vez soy más consciente de esos miedos que surgen cada vez que doy un paso hacia fuera del círculo que conforman las modas, los dogmas y lo superficial. Es imposible desimpregnarse totalmente de la influencia social, pero ir encontrándose así mismo en el camino, y tener la certeza de querer seguir haciéndolo , es señal de persona valerosa y guerrera.
¡Muy inspirador Sergio!