No esperaba encontrar en un libro sobre finanzas reflexiones tan interesantes. El enfoque de Morgan Housel en The Psychology of Money es claro: hacerlo bien con el dinero tiene más que ver con cómo te comportas que con lo inteligente que eres. Yo añadiría que no sólo ocurre con el dinero. El genio que pierde el control de sus emociones y carece del valor para tomar decisiones difíciles, agrava los problemas. En cambio, la persona con cierta gestión emocional y unos principios claros tiende a ser bastante más resolutiva, sin importar su CI.
Las finanzas y la psicología, acomplejadas por la Física, buscan respuestas precisas. Cuando se trata con personas todo es más complicado. En esta edición de Aprendizaje Infinito comparto 4 ideas del libro de Housel para entender mejor nuestra psicología.
Idea 1: Nadie está loco
Cada uno atraviesa experiencias personales y estas constituyen su visión única del mundo. Lo que vives condiciona tu forma de mirar las cosas, dinero incluido. Lo que parece una locura para ti puede tener todo el sentido para el de al lado. Las personas tienden a hacerlo lo mejor que pueden. Bajo sus circunstancias, posiblemente te comportarías igual. Lo fácil es criticar desde la grada. Lo correcto es ser compasivo, porque, aunque uno crea hacerse a la idea, desconoce lo que la otra persona está viviendo.
Puedes leer mucho sobre gestionar una empresa pero, hasta que no lo vivas en tus propias carnes, nunca sabrás lo que verdaderamente implica. El miedo y la incertidumbre no vienen incluidas en el simulador. Me gusta una frase de Michael Batnick que recoge la idea: «Algunas lecciones tienen que ser experimentadas antes de ser entendidas». Si quieres aprender a hacer algo, la mejor forma es bajar al barro y hacerlo. Como lo expresó Samuel Gil en El Rincón de Aquiles, «la mejor forma de aprender a invertir es invirtiendo».
Idea 2: Confundimos la riqueza
Confundimos la riqueza con tener posesiones caras. Morgan lo llama la paradoja del hombre en el coche. Queremos gustar y ser admirados. Pensamos que gastar el dinero es el camino. La realidad es que nadie está tan sorprendido por tus posesiones materiales como tú mismo. Admiran lo que tienes porque quieren tenerlo, no porque te admiren a ti. Housel describe la paradoja con maestría: «Lo que quieres es respeto y admiración de otras personas, y piensas que tener cosas caras te lo traerá. Nunca lo hace, especialmente de las personas que quieres que te respeten y admiren». ¿La alternativa? «La humildad, la amabilidad y la empatía te traerán más respeto que cualquier potencia de coche».
La riqueza es lo que no se ve. Si tiene el Ferrari para fardar, no tiene el precio que ha pagado en la cuenta. Confundimos las apariencias con la realidad. El asesor de Rihanna lanza la pregunta: «¿Era realmente necesario decirla que si gastaba el dinero en cosas, iba a acabar con las cosas y no el dinero?» A veces es necesario recordar lo obvio porque la memoria es olvidadiza. Lladós podría estar alquilando coches para hacerte creer que es rico. Se inventa una historia de superación que te lleve a creer que tú también puedes y te vende su receta para ganar tu primer millón. De regalo, se mete con tu panza. No te fíes de las apariencias, la riqueza está oculta y ningún gurú va a regalártela. Las cosas requieren un esfuerzo y nada es gratis; el dinero tampoco.
La verdadera riqueza es controlar tu tiempo. Naval Ravikant en su mítico hilo captura la idea: «No vas a hacerte rico alquilando tu tiempo. Debes poseer capital -una parte de un negocio- para conseguir tu libertad financiera». La idea tarda años en ser ejecutada. Uno puede empezar por ahorrar un pequeño colchón para tener varios meses de libertad en los que no depender de sus fuentes de ingresos. Soy consciente que lo escribo desde la posición privilegiada del joven que carece de obligaciones financieras. Quiero aprovechar que la suerte me ha sonreído y no perder el poder negociador sobre mi tiempo. Quiero tener la opción de decir “no” cuando algo no me guste. Quiero poder irme de un sitio si siento que ya no pertenezco a ese lugar. El dinero te permite elegir en qué y dónde quieres pasar tu tiempo, por eso importa ser rico.
Idea 3: Juega con margen
El agua moja y los planes fallan. La vida, llena de sorpresas, penaliza al cartógrafo que olvida que el mapa no es el territorio. Las experiencias pasadas generan la ilusión de haber aprendido la lección. La situación tenía infinitas alternativas, has vivido una de ellas y crees que controlas. La confianza se torna en arrogancia y el error, ahora inesperado, pega con más fuerza. El golpe que te tumba es el que no ves venir. Todo el mundo tiene un plan hasta que llega la primera hostia.
Planear a largo plazo es difícil porque las personas cambiamos. Ya avisé de que somos complicados, y una cosa es la teoría, y otra la realidad. «Imaginar una meta es fácil y divertido. Imaginar una meta en el contexto de la vida real (...) es algo completamente diferente». Con dieciocho pagas para hacerte un tatuaje y con cincuenta pagas para quitártelo. La vida no es un excel.
Idea 4: Libérate del pesimismo y de las narrativas
Nuestra atención cae presa del que grita lo mal que van a ir las cosas. El optimista en cambio, despierta las dudas. La aversión a la pérdida nos empuja empatar porque el dolor de la derrota es mayor que la satisfacción de la victoria. Las profecías sobre el final del mundo conectan con nuestro yo más animal.
Las historias, más poderosas y cautivadoras que los datos, condicionan nuestra forma de ver el mundo. Si estás contra las cuerdas, creerás la primera mierda que te permita dormir por las noches. No definiste los valores por adelantado y ahora te dedicas a encontrar justificación a tus comportamientos. El más peligroso es el que se cree en posesión del bien y al que poco le importa dejar cadáveres por el camino. No, no todo vale. Tampoco por dinero.
Sergio-.
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De acuerdo mi querido Sergio. La riqueza es una ilusión, tiene dos caras, muchas caras, se usa para cosas buenas y no buenas. Son sentimos ricos siendo pobres y pobres siendo ricos, una paradoja. Saludos y abrazos!!!
Muy bueno y claro el artículo. Te hace pisar la realidad por si te estás desviando.