Dos ideas bastante extendidas contagian nuestras explicaciones del universo:
Los humanos son, como enunciaba Stephen Hawkins, “tan solo una especie de costra o espuma química en la superficie de un planeta normal y corriente que orbita en torno a una estrella normal y corriente a las afueras de una galaxia normal y corriente”.
La Tierra es un lugar acogedor que nos ha permitido - y nos permite - prosperar como especie. El resto del universo es un lugar hostil.
Deutsch defiende las ideas contrarias:
Las personas son importantes incluso en el orden cósmico de las cosas.
La biosfera de la Tierra es incapaz de soportar la vida humana. Es el conocimiento lo que marca la diferencia. El universo está repleto de potenciales lugares desde los que seguir progresando.
En esta nueva edición alrededor de El comienzo del infinito, trato de entender estas contraintuivas explicaciones y reflexiono sobre cómo creamos conocimiento y el impacto que este fascinante proceso tiene en lo que nos rodea.
Más del 99% de las especies están extintas. Incluso antes de que apareciera el ser humano, la norma en la biosfera es la extinción. Los recursos presentes en nuestro planeta - y en cualquier otro lugar del universo - son inútiles sin el conocimiento adecuado. Las apariencias te engañan. Tu vida hoy es mucho más fácil que la de tus ancestros, que morían de frío por falta de protección. La Tierra no es el mundo de la piruleta donde la supervivencia se regala. Sobrevivimos y progresamos porque resolvemos problemas mediante la creación de conocimiento. No nos morimos de frío porque hemos encontrado la solución.
Surgen - ¡y surgirán! - nuevos problemas. Hoy no podemos desvelar todos los misterios de la realidad y posiblemente nunca seamos capaces, pero si partimos de que lo que nos rodea no se puede comprender, ¿qué separa nuestra mejor explicación del más absurdo mito? Si el mundo es incomprensible, todo vale y hasta la chorrada más absurda es válida. Partir de que el mundo se puede comprender no significa que lo comprendamos, significa que estamos en el camino, posiblemente infinito, de comprenderlo.
La mayoría de las especies solo disponen del conocimiento codificado en sus genes. La cultura permitió a nuestros ancestros mejorar más rápido. El conocimiento explicativo, único en el ser humano, marcó la verdadera diferencia.“El hombre ha soñado durante milenios con volar a la Luna, pero solo con el advenimiento de las teorías de Newton acerca del comportamiento de entidades invisibles como las fuerzas y el momento, empezaron a entender que era lo que necesitaba para lograrlo”. Con nuestras mejores explicaciones cambiamos el entorno a placer. Explicando, controlamos lo que nos rodea. Construimos rascacielos y viajamos a la Luna. Solucionamos problemas. Corregimos errores.
Deutsch plantea una bonita dicotomía: “O bien es imposible porque las leyes de la física lo prohiben. O bien realizable dado el conocimiento adecuado”. Los problemas, inevitables por naturaleza, tienen solución. Para que suceda el creativo proceso de correción de errores que genera conocimiento son necesarios 3 ingredientes: materia, energía y evidencia. Cualquier lugar del universo - ¡y no sólo la Tierra! - es un potencial hogar desde el que seguir progresando. Simplemente nos falta el conocimiento para transformar esos lugares en habitables. En el infinito camino de corrección de errores lo crearemos. No tenemos nada que envidiar a los dioses. Podemos crear el conocimiento necesario para hacer nuestro el universo.
Sergio -.
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