Elijo a Sapolsky como guía para la fascinante aventura de entender mis propios comportamientos. Ni es la primera, ni será la última ocasión en la que las ideas de Robert aparezcan en Aprendizaje Infinito. Comienza Compórtate con un aviso: “los límites entre las diferentes categorías son a menudo arbitrarios, pero, una vez se establece alguno, nos olvidamos de que es arbitrario y le concedemos demasiada importancia”. Ya solo por esta frase merecen la pena las mil páginas del libro. El comportamiento humano tiene más capas que una cebolla y si no piensas de forma interdisciplinar, caerás en respuestas simples y equivocadas.
Ellos y Nosotros
Los demás son motivo de tus mejores y peores comportamientos. Tu cerebro forma la dicotomía en milisegundos. ¿Es esta persona de tu grupo? ¿O es de los otros? La razón persigue a tu intuición para darle sentido. Tu grupo siempre tiene mejores valores. Los símbolos, muchos de los cuales desconoces su origen, adquieren un significado especial. Crees que la bandera y el himno de tu país, incluso aunque no tenga letra, son motivos para estar orgulloso. Encuentras en ellos un punto de unión que fortalece los lazos de obligación y reciprocidad entre Nosotros. En cambio Ellos despiertan en ti desconfianza, incluso repugnancia. Te olvidas que si la cigüeña se hubiese posado en otro lugar formarías parte de los que hoy llamas enemigos.
¡Qué fácil es caer en la comparación entre grupos! Empieza la partida al juego de suma cero de ver qué grupo es mejor. El odio hacia Ellos ciega y Nosotros buscamos superar a los demás. Sapolsky encuentra el ejemplo perfecto para recordarte que es un mal enfoque: “No es una buena mentalidad pensar que has ganado la Tercera Guerra Mundial si poco después Nosotros tenemos dos chozas de barro y tres antorchas y Ellos solo una de cada”.
La dicotomía nos ahorra energía y simplifica nuestra visión del mundo. Nosotros nos equivocamos por circunstancias especiales; Ellos se equivocan porque son idiotas. Cada uno de Nosotros es especial; todos Ellos son [inserte adjetivo poco amigable que te venga a la cabeza en este momento]. Frente a los ataques, Nosotros somos víctimas; Ellos los merecen.
El peligro tribal
“El descenso a la barbarie puede ser tan incremental como para no tener más que límites arbitrarios, y nuestro deseo pasa a parecerse al caso de la rana proverbial que está siendo cocinada viva sin darse cuenta de ello”.
El enemigo común es una poderosa fuerza de unión. Lo ves claro en la política, las empresas y los deportes. Ya lo sabes, cuando el objetivo de Nosotros es el malestar de Ellos es cuando cometemos auténticas atrocidades. La historia es la encargada de recordárnoslo. Sapolsky te da dos ideas para hacerle frente a este lado más oscuro del tribalismo: piensa en cada uno de Ellos como un individuo y encuentra objetivos o retos comunes sobre los que construir.
Obedecer y conformarse son dos caras de la misma moneda: dejar que el grupo decida por ti. El problema es cuando los lemmings que van delante están cayendo al vacío y tú vas detrás sin pensarlo. No estamos hechos para el contrarianismo, somos animales gregarios. Cuando piensas diferente al grupo sientes estar equivocado. Llegas al punto de elegir una respuesta que sabes que está mal porque es lo que hace la mayoría. Incluso editas y cambias tus recuerdos.
Asoma de nuevo el peligro tribal. Cuando más personas deciden lo mismo no sientes la responsabilidad de la decisión. Si la acción recae además sobre Ellos, una víctima desindividualizada, es más fácil obedecer a nuestro glorioso líder y conformarte con la respuesta de Nosotros. En grupo eres capaz de lo mejor y de lo peor. Si te encuentras rodeado, alejado de tu soledad, vigila de cerca al grupo para no dejarte llevar por sus peores vicios.
Sergio -.
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Gracias por leer Aprendizaje Infinito.
No entiendo como solo tienes 22 años...magnífico artículo
Mucho cambió en mi vida la primera vez que me topé con esa imagen simétrica. Empecé a ver las cosas de otra manera.
Enhorabuena por la potente reflexión, Sergio.
Sigue contándonos más sobre esto, por favor 😁