En el último episodio de Polymatas Recuenco dice: «Aprender en espalda ajena es uno de los mitos más maravillosos del siglo XX junto a los elfos, los trasgos y todo ese tipo de cosas». Javi dice muchas cosas interesantes pero en esta frase creo que patina. Si no pudiésemos aprender de otros, seguiríamos en las cavernas.
Aunque vengas al mundo con mucho que aprender, ya naces aprendido. Las presiones del entorno y la competición por los limitados recursos, acabaron con los menos aptos para la supervivencia y la reproducción. Tienes los genes de los que triunfaron en la carrera evolutiva. No hace falta que aprendas por experiencia propia que no hay que tirarse por la ventana. Instintivamente sabes que, si quieres seguir viviendo, no deberías saltar. Entre estos aprendizajes codificados en tus genes está la capacidad de aprender de la experiencia, tanto de la propia, como de la ajena.
Hay dos principales ventajas de aprender de la experiencia ajena. La primera es que el conocimiento que puedes aprender es mucho mayor. La segunda es que puedes evitar el alto peaje de descubrir desde cero lo que funciona. Me viene a la cabeza Marie Curie y su hija mayor Irène, también premio Nobel de Química. Ambas murieron por estar en contacto con materiales radiactivos. Gracias a ellas, hoy hay personas que sobreviven al cáncer. La persona que padece una enfermedad se beneficia de toda la experiencia acumulada de nuestra especie.
Aprender de los demás no sólo tiene la ventaja de ahorrarte el alto peaje en tiempo, esfuerzo y años de vida que implica descubrir una idea, también enriquece tu propia experiencia y te permite obtener nuevos aprendizajes que de otra forma serían imposibles. Esta ventaja la captura la expresión «enanos a hombros de gigantes» que Newton inmortalizó en la frase: «Si he visto más lejos, es poniéndome sobre los hombros de Gigantes». Tomo al propio Javi como ejemplo. Si hoy leemos sus hilos turra sobre resolución de problemas complejos es porque ha aprendido de la experiencia de Scott Adams, Donella Meadows, Snowden, Rummelt, Kahneman y Tversky, Munger, Cialdini, Taleb o Nardone, entre otros. Aprender en espalda ajena no es un mito.
Posiblemente Javi esté de acuerdo con todos los puntos anteriores. No creo que un tío que dedica gran parte de su tiempo a leer y a divulgar, crea realmente que aprender de la experiencia de los demás es un mito. Lo más seguro es que con la frase, Javi no quería decir que no se pueda aprender en espalda ajena, sino que esta forma de aprender tiene límites.
En el entorno moderno en el que vivimos, algunos de nuestros instintos —esas experiencias de nuestros ancestros codificadas en los genes— se vuelven en nuestra contra. Al igual que no saltamos por la ventana, nos atiborramos de azúcar y grasas saturadas a la mínima oportunidad. Mediante la experiencia propia tenemos que aprender cuando seguir el instinto y cuando frenarlo.
Para aprender de experiencias anteriores no basta con observar, hay que extraer lo relevante y extrapolarlo a la nueva situación. Cuando intentamos generalizar, aparece la posibilidad de error. En un contexto en constante cambio, la vieja plantilla que ayer funcionaba, hoy ya está obsoleta. Solo tú puedes adaptar la regla general a los matices y las particularidades de tu contexto. Sólo tú conoces ese nivel de detalle. Sólo tú puedes vivir tu vida. En el proceso cometerás errores. Aprender de los demás te permitirá partir con ventaja.
Sergio-.
«Somos enanos, pero enanos subidos sobre los hombros de aquellos gigantes, y, aunque pequeños, a veces logramos ver más allá de su horizonte». —Guillermo de Baskerville
Justo hoy acabé de escuchar ese podcast.
Estoy muy de acuerdo con que la experiencia acumulada nos sirve como aprendizaje sin tener que exponernos necesariamente a las consecuencias. Ya lo dijo Bandura, no hace falta quemarse para intuir que atravesar una hoguera no es la decisión más brillante que podemos tomar. Sin embargo, estoy también muy de acuerdo con Javi en el sentido de que en algunas circunstancias, y para algunas experiencias, observar o saber lo que les ocurre a los demás no es suficiente para aprender. La única forma de aprender es sufrir las consecuencias, jugarte algo propio como diría Taleb.
Sabio como siempre, Sergio! Sí, en efecto, la civilización se sustenta sobre los aprendizajes que han hecho nuestros ancestros. Entiendo la frase de Javi como que hay un momento en el que no podemos seguir aprendindo pasivamente de los otros y tenemos que aplicar ese conocimiento a nuestra vida y circunstancias. Como tú bien dices, extraer lo relevante y extrapolarlo a la nueva situación. Integrarlo, diría yo también, en el sentido de hacer que ese conocimiento entre dentro de nosotros y no se quede como una pieza de información aislada y fácilmente olvidable sino que informe nuestras acciones y visión global del mundo. Un abrazo! M.